Introduce el término decisión táctica modulada en el juego para reflejar su concepción de que toda acción de juego se desarrolla de una manera determinada debido a una sucesión de decisiones de acción que los jugadores van tomando dentro del desarrollo de una situación de juego que evoluciona. Esta evolución se produce, precisamente, como resultado de la cadena de decisiones que los jugadores van tomando sucesivamente como respuesta a las decisiones antagónicas de sus oponentes y sinérgicas de sus compañeros. Es decir, las decisiones tácticas de los jugadores dependen las unas de las otras, lo cual constituye la característica fundamental de la actividad decisional en el contexto real de juego: “Las situaciones se transforman rápidamente de una configuración a otra, se engendran mutuamente” (Deleplace, 1979; pg 12).
En este entorno que evoluciona
rápidamente de una situación a otra, los jugadores van a ser capaces de
articular el juego de una manera adecuada siempre y cuando su pensamiento
táctico se apoye en una representación mental precisa y ajustada de la situación
de los jugadores del equipo contrario. Pero Deleplace razona que el pensamiento
táctico individual no se puede entender sin tener en cuenta su articulación
dentro de la acción colectiva y sin “abordar el problema de la comunicación
entre los miembros de un mismo equipo” (Ibidem, p16).
Para alcanzar un rendimiento
eficaz en el rugby (al igual que en otros deportes colectivos) es necesario que
todos los jugadores de un equipo tengan la libertad para desarrollar su
iniciativa individual. Deleplace cree que es una equivocación considerar la
iniciativa individual como algo contrapuesto a la coordinación de las acciones
colectivas, sino todo lo contrario: “ninguna acción colectiva es posible sin la
iniciativa individual de todos los jugadores, en todos los momentos” (Ibidem,
p17). La cuestión es encontrar la manera de conjugar las iniciativas
individuales, ya sean simultáneas o sucesivas, para que se consiga generar una
convergencia de las intenciones de cada uno de los jugadores y se articule una
acción colectiva que se ajuste a la situación cambiante de juego. Esta
actuación conjunta debería responder adecuadamente a la configuración propuesta
por el equipo contrario y permitir a los
jugadores integrarse en el desarrollo de la acción global que se esté desarrollando
de una manera coherente y coordinada.
La solución que ofrece
Deleplace para acoplar las acciones individuales entre sí y dentro de una
acción colectiva es la elaboración de un conjunto de referencias comunes
compartidas por los jugadores de un mismo equipo. En una situación de juego
determinada, la referencia común que puede permitir a los jugadores actuar de
una manera coordinada es la representación abstracta del posicionamiento del
equipo contrario. De este modo, Deleplace considera que el referencial común de
juego constituye un sistema de representación de la evolución de las
situaciones de juego y de su lógica y permite a los jugadores de un mismo
equipo (Deleplace, 1979, p17):
-Realizar el esfuerzo personal
de identificar la situación de juego en un momento determinado.
-Tomar por sí mismos, en base a
una valoración responsable de la situación, una decisión de acción individual
que se integre adecuadamente en la acción colectiva que se está desarrollando
(Delepace incide especialmente en que esta decisión no debe obedecer a un
automatismo colectivo que se aplica de una manera mecánica).
-Tener la iniciativa para
transformar totalmente la situación siempre que considere que la acción que se
está desarrollando y en la que él participa necesita una transformación
radical.
-Tomar la iniciativa de
involucrarse en la nueva acción colectiva que se ha generado como resultado de
la acción individual de un compañero que ha decidido transformar el movimiento
anterior y, en función de la evolución del nuevo movimiento y de las acciones
de sus compañeros y adversarios, decidir qué rol debe desempañar en la nueva
acción colectiva.
Para que esta referencia común
pueda generar una acción táctica colectiva, la representación mental de la
situación no se debe limitar al posicionamiento de los jugadores en un momento
determinado. Debe completarse además con la representación mental de las
posibles evoluciones o transformaciones de dicha situación. Un conocimiento
común de la lógica del juego permite a los jugadores formarse una
representación mental más rica, variada y precisa de las posibles evoluciones
de una situación. Partiendo de un sistema representativo mental común es
posible que todos y cada uno de los jugadores de un equipo atribuyan un mismo
significado a una determinada situación de juego e igualmente es posible que
las diferentes iniciativas individuales de cada jugador sean comprendidas e
interpretadas correctamente por el resto de compañeros.
De este modo, la comunicación
entre los miembros de un mismo equipo que hace posible articular la acción
individual dentro de la acción colectiva se puede conseguir mediante la
construcción de un referencial común de interpretación, de un referencial común
de decisión y un referencial común de ejecución. Respecto al referencial común
de decisión, Delepace aclara que no se trata de que todos los jugadores tomen
de una manera automática la misma decisión, sino de que los jugadores entiendan
rápidamente la decisión que ha tomado un compañero para poder actuar en consecuencia.
En definitiva, la representación mental compartida por los miembros de un
equipo que sirve de referencia para la actuación conjunta coordinada se origina
en la “percepción consciente y sistemática de los movimientos tácticos del
contrario” (Ibidem, p18).
De este modo, para Delepace el referencial de juego constituye “un sistema coherente de representación mental de la totalidad de la lógica interna del juego” (p21) y supone una manera de sistematizar las decisiones tácticas. A este respecto, propone un sistema que denomina cascadas de decisiones con el objetivo de facilitar la identificación de situaciones y las posibles respuestas.
Considera que tanto la organización ofensiva como la defensiva deben ser entendidas desde una perspectiva dinámica que recoja el carácter fluctuante de las situaciones de juego y sus evoluciones, para lo que propone el término de matriz. Asimismo considera que dichas situaciones pueden ser organizadas en categorías y separadas en lo que él denomina Unidades tácticas (relativamente) independientes para (i) el estudio de sus características, (ii) su reproducción en situaciones de entrenamiento y (iii) el establecimiento de las referencias comunes que fueran pertinentes.
Dentro de las matrices
ofensivas y defensivas, y teniendo en cuenta relación de fuerzas que se
establece entre los equipos analiza las situaciones a partir de dos dimensiones
generales de estudio: los Planos de acción y las Fases de juego.
Dentro de la dimensión de los
Planos de acción, examina las posibles situaciones de ataque y la defensa y sus
respectivas evoluciones estableciendo tres planos de acción en función del
número de jugadores que se tengan en cuenta. Asimismo, Delepace considera que
entre los tres planos de acción, existe una interrelación simultánea y sucesiva
entre los diferentes niveles de oposición (Ibidem, p12):
-Plano de Colectivo Total. Que representa el enfrentamiento (relación permanente de oposición) entre el conjunto de jugadores de un equipo y el conjunto de jugadores del equipo contrario y las relaciones de fuerza que se pueden generar.
-Plano Colectivo de Línea (o
parcial). Que representa el enfrentamiento entre dos grupos de jugadores de
equipos opuestos, y que, por un lado, supone una relación de oposición inmersa
en el plano anterior, pero que, a la vez, adquiere una dimensión propia y
diferenciada.
-Plano de la acción Hombre
contra Hombre. Que está insertado en los dos planos anteriores pero que también
supone un escenario particular con entidad propia.
Respecto a las fases del juego, Delepace (1979, p88) estudia el juego y sus posibles evoluciones desde la perspectiva del nivel de organización/desorganización presente a partir de los movimientos de los jugadores y de la pelota:
-Las fases de Movimiento general. Que representan las fases en las que tanto el balón como los jugadores están en pleno movimiento y que están caracterizadas por un gran desorden que provoca situaciones de desequilibrio momentáneo a favor de uno de los dos equipos (Deleplace también se refiere a ellas como “fases de pleno torbellino”).
-Las fases de Fijación. Que
representan los agrupamientos de jugadores contemplados en el reglamento (maul
y ruck) en los que el balón está detenido durante unos pocos segundos con
varios jugadores luchando por su posesión, mientras que simultáneamente otros
jugadores se están desplazando para ocupar espacios propicios para el ataque o
la defensa cuando el balón salga del agrupamiento. En estas situaciones el
desorden es un poco menor (se establecen líneas de fuera de juego) pero se
siguen provocando situaciones de desequilibrio momentáneo a favor de uno de los
dos equipos.
-Las fases Estáticas que
representan las puestas en juego del balón (scrums, line out, salidas y patadas a los palos). En las que tanto los jugadores
como la pelota están parados.
El mayor o menor movimiento de
los jugadores y la pelota según las diferentes fases de juego es el factor
fundamental para establecer las referencias de juego. Tanto las fases de
Movimiento general como las fases Fijación están básicamente determinadas por
el hecho de que el movimiento del juego provoca situaciones de desequilibrio en
la relación de fuerzas, en las que uno de los dos equipos (el ataque o la
defensa) dispone de una ventaja momentánea en un lugar concreto que se
manifiesta mediante una ventaja numérica, una ventaja posicional o mediante
ambas a la vez.
Partiendo de un referencial
común los jugadores pueden actuar de la manera adecuada adaptándose rápidamente
al desarrollo de la acción gracias a unas cascadas de decisiones extremadamente
rápidas que les permiten simultáneamente (Ibidem, p88):
-Percibir las situaciones de ventaja.
-Explotar la ventaja, o
anularla antes de que el contrario la explote.
-Provocar intencionalmente
dichas situaciones de ventaja.
Deleplace, resalta que estos tres aspectos de la actividad del jugador en el transcurso de una situación de juego y su evolución se despliegan simultáneamente y son indisociables los unos de los otros. Las referencias a partir de las cuales el jugador va a decidir cómo actuar están presentes tanto en el movimiento que se está desarrollando en un momento determinado como en el movimiento inmediatamente anterior. Por este motivo, no se puede pretender realizar una acción colectiva predeterminada cuando el juego evoluciona de manera rápida, por lo que es necesario basar el juego en la iniciativa individual referenciada al desarrollo lógico de la situación. Esta iniciativa debe ser apoyada por el resto de los compañeros que son capaces de decodificar su significado gracias al referencial común que comparten promoviendo una organización colectiva que se autorregula sobre la marcha a medida que se desarrolla la situación.
Sin embargo, en el caso de las
fases Estáticas (así como en el caso de algunas fases de Fijación en las que la
salida del balón es excesivamente lenta) no existe movimiento ni del balón ni
de los jugadores, por lo que se parte de una situación de teórico equilibrio en
la relación de fuerzas. Al no existir movimientos, no existen elementos que se
puedan percibir e interpretar para evaluar la situación y anticipar una
respuesta, por lo que Delepace considera que la actuación colectiva se debe
basar en movimientos de estrategia previamente elaborados en los que los
jugadores ocupan puestos fijos y sus acciones están inscritas en el marco de
sistemas de juego preestablecidos (Ibidem, p90).
Referencias bibliográficas
Deleplace, R. (1979). Rugby de mouvement, rugby total. Edictions
Revue. Paris.
www.rugbyandfitness.com
Twitter @rugbyandfitness
Facebook.com/rugbyandfitness
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