Yo no
jugué rugby, jamás lo hice, no se de moretones, ni de bajar la pelota en un
line, ni de hacer un buen maul o que se caiga el scrum. Desconozco la alegría
que se debe sentir por ser el autor de un try, de pasar la pelota y que te la
devuelvan, de romper líneas, de avanzar, de empezar a correr sintiendo el
viento, y percibiendo que me siguen, vibrando la adrenalina de llegar a esa
ansiada línea de in goal. Tampoco sentí que mi cuerpo duela a más no poder y
solo tener ganas de seguir jugando, no se de quebraduras ni de malos golpes,
tampoco de cargar una amarilla por defender a un compañero en la cancha.
Pero sí
se de valores, de los valores con los que crecí, con los que me formaron, de
los valores y enseñanza que transmite el rugby. Porque llevo en mi sangre la
sangre de un rugbier, porque rugbier se es toda la vida, aun cuando las piernas
no responden y la mente se encuentra más cansada de lo habitual. Llevo en mi
sangre ese amor que se transfiere, que emociona hasta las lágrimas y cala los
huesos. Del rugby aprendí tanto tanto, aprendí que quince empujan más que uno,
pero que si ese uno no empuja el resto lo nota.
Aprendí a
manejarme con respeto y a jamás pero jamás, bajar los brazos. Son mis sueños
los que están delante de mi, siempre para adelante, en la línea blanca,
esperándome, por más que quieren frenarme debo aferrar me a ellos tan pero tan
fuerte como si agarrara la querida ovalada. Aprendí el valor de la palabra
amistad, ese círculo irrompible, lleno de códigos, que dura por toda la
eternidad. Aprendí el valor del abrazo, del encuentro, la palmada, las risas
añorando viejos tiempos compartidos. Aprendí de la humildad, de la hermandad,
de como se aplaude el esfuerzo y la victoria del otro, que en un momento es mi
rival, para luego en un 3er tiempo convertirse en un par, un camarada. Este
bello, tan bello deporte de rufianes jugado por caballeros me ha dado tantas
emociones que llenan profundamente mi alma de experiencias compartidas tan
inolvidables. Pude ver y vivir lo que de pequeña soñaba, y se que me falta
mucho más por disfrutar. Vi a los Pumas "de bronce", si, 3eros del
mundo. Vi con lágrimas en los ojos, como levantaban esa copa que estoy segura
todos levantamos. Vi que el rugby profesional dejara de ser amateur y vi
después de tanto esfuerzo como aquellos héroes lograron que un 3 naciones se
convirtiera en 4. Sin pensarlo, por herencia y por elección soy parte de una
familia sin fronteras, porque a este amor y a la camiseta jamas se los deja,
nos persigue por el resto de nuestras vidas señores, entre la multitud se
reconocen, se huelen, se perciben y y se funden en un abrazo sin más. Porque un
rugbier se es todo la vida, porque el rugby gente, es un medio para mejorar
personas.
Qué lindo
es el rugby!
Autora: Loreley
Marti
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