miércoles, 9 de julio de 2014

SABER JUGAR EN EQUIPO

El crecimiento del grupo y el armado de un equipo.

El espíritu de un equipo surge cuando se reconoce que el triunfo no es de uno solo, sino de los diversos roles que se conjugan en común, cuando cada jugador toma el desafío de ser lo que se propone, lo que se espera de él, divirtiéndose y aprendiendo en el proceso de crecimiento grupal.
Un equipo puede preguntarse ¿Qué podemos hacer para crecer esta temporada? ¿Cuál es nuestra identidad, nuestra marca? ¿Qué es lo que queremos lograr, y como lo vamos a conseguir? Si bien es una pregunta individual, la respuesta depende de la colaboración de los demás integrantes del grupo. De nada vale decir, quiero jugar cada vez mejor, si mis compañeros no me acompañan en ese objetivo. Se puede tener muchas ganas, pero el resultado está en función de las combinaciones del equipo.

Un equipo funciona cuando sus jugadores están en la misma sintonía, cuando pueden dialogar de frente las cosas que les gusta y las que le molesta, cuando no se habla a espaldas de los compañeros o el entrenador, cuando se respetan los tiempos de entrenamiento y la llegada a los partidos, cuando no se está esperando que el titular se lesione o juegue mal para entrar. Se puede tener un equipo lleno de talentos, pero si funcionan individualmente, son quejosos, faltan, cometen infracciones, no respetan, discuten, son factores que producen que el grupo no funcione, drenando la energía y bajando la motivación de los demás.
Equipo significa apoyo defendiendo y atacando. No sirven los hombres aislados. Cada jugada es el resultado de una suma de esfuerzos, de una multiplicación de posibilidades, de un sinfín de riesgos, pero al mismo tiempo confianza en el que corre al lado sabiendo que va a estar cuando finalizan o se agotan las posibilidades o repertorios de juego.
Si yo no confió en mi compañero, si le tengo bronca, si me peleé con él en el entrenamiento, seguramente que no le voy a pasar la pelota. Tenemos que separar amistad de jugador. 

Cuando estás en la cancha sos parte de un equipo, sos jugador, cuando salís sos amigo y podrás resolver tus problemas personales. A la cancha no se entra con emociones no resultas, se sale a jugar. Para eso es necesaria una buena comunicación entre las partes. Para que circule bien la pelota, es necesario que circule bien la palabra. Si en una jugada, a un jugador se le escapa la pelota o no llega, no impedirá que se la vuelvan a pasar en la próxima. Un gran equipo no se queda en el error. Un gran equipo se ocupa del contrario y no “lloriquea” ante una mala jugada.
¿Qué esperan de cada uno de ellos y que concepto tienen de sí? ¿Cuál es la función de cada uno? Atacar, defender, tapar, definir, apretar, presionar, equilibrar. Más allá de la función que ocupe en la cancha, se debe ser un jugador de equipo, de un nosotros que es un yo, donde hay un proyecto en común. No podemos esperar que todos sean íntimos amigos, siempre encontraremos diferencias, pero en el partido son todos iguales, nadie brilla más que el otro. A la cancha se sale a ganar, no a hacer relaciones sociales. En un partido no se puede elegir con quien jugar, vas a salir con el que mejor este jugando. Eso habla de la función del jugador.
Los objetivos de juego nos encausan hacia el camino de la victoria. Ante el triunfo mostrar humildad y no caer en actitudes soberbias y falta de sacrificio, ante la derrota mantener la confianza y eliminar el miedo a volver a equivocarse. En ciertos partidos, aunque se ponga lo mejor de cada uno, las cosas pueden salir mal, pero el conservar la calma, mantener “la llama prendida” es clave para proseguir el camino a la cima. Lo difícil de ser un sólido equipo es afrontar las situaciones cuando las cosas empiezan a salir mal. Eso también es un premio al esfuerzo por soportar cambios bruscos. Luego del duelo por la pérdida es preciso reaccionar, trabajar sobre esa emoción adversa y aprovechar la experiencia como aprendizaje, pero lo que nunca se debe hacer es resignarse a esa perpetuidad.
En esos terribles momentos es cuando se necesita hacer un cambio de foco, y recordar que se está ahí no por la recompensa que va a recibir, sino por la gratificación del esfuerzo. En el deporte no se puede estar siempre con una “orientación hacia el producto” en lugar de una “orientación hacia el proceso”. Si en una competencia la presión la ponemos en nosotros mismos, nos quedamos en un error, no pensemos mucho en ganar ya que estamos en desventaja. Es el jugador el que debe presionar al otro y no dejarse presionar por lo que le sucede, interpreta, o piensa de la situación. Ganar y perder no solo depende de lo que el deportista hace sino de lo que hace el adversario.

Cuando estés en la cancha no pienses en ti, piensa en el equipo, piensa en tu responsabilidad. “No preguntes qué pueden hacer tus compañeros por ti. Pregunta qué puedes hacer tú por tus compañeros” (Magic Johnson, ganador de oro olímpico, uno de los 50 mejores deportistas en la historia de la NBA).

Lic Julia Alvarez Iguña
@IgunaJulia
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