Si alguna vez has visto a un grupo de niños jugando a un deporte de equipo por primera vez, rápidamente notamos que aunque el entusiasmo y las ganas se pueden palpar, los pequeños tienen escaso o nulo conocimiento de las reglas, prácticamente ninguna táctica, y pocas nociones de trabajo en equipo.
Años después, después de un mínimo de entrenamiento y coaching, éstos mismos niños afrontan el juego de forma totalmente diferente, han adaptado su juego a las reglas, el juego en equipo y el conocimiento de los compañeros. Y, cuanto más juegan, más profundizan y les gusta lo que hacen.
Explicado de forma superficial, eso es lo que el coaching puede hacer y por qué es importante. Pero, ¿Cómo convertirse en un “coach” eficaz? Para convertirse en uno en rugby, y en cualquier otro deporte, no necesitas haber sido un jugador de primer nivel ni haber estado en la élite; pasión por el deporte y eso sí, cierto conocimiento, son junto con ganas, los ingredientes principales para transmitir esa ilusión a los jugadores. Tu papel será acompañar a los jugadores hacia sus metas, y hacerlos encajar y moldearlos para el equipo. Eso sí, para ser efectivo necesitarás una serie de cualidades:
• Comprender las reglas del juego y saber explicarlas.
• Explicar los aspectos técnicos del juego y transmitirlos a los jugadores.
• Controlar los movimientos básicos del juego como pasar, tomar la pelota, patear y tacklear.
• Desarrollar y explicar tácticas de juego.
• Establecer también planes de preparación física orientada.
• Cuidar del estado físico de los jugadores además del mental y la motivación.
• Asegurarte de que tus jugadores son responsables y disciplinados.
• Explicar los aspectos técnicos del juego y transmitirlos a los jugadores.
• Controlar los movimientos básicos del juego como pasar, tomar la pelota, patear y tacklear.
• Desarrollar y explicar tácticas de juego.
• Establecer también planes de preparación física orientada.
• Cuidar del estado físico de los jugadores además del mental y la motivación.
• Asegurarte de que tus jugadores son responsables y disciplinados.
Cuando eres “coach” puedes utilizar múltiples formas y canales para hacer llegar el mensaje a los jugadores. Obviamente, tendrás que hablar a la plantilla, pero también es muy importante el cómo hacerlo. El tono de voz y lenguaje corporal tienen mucho más impacto en los jugadores de lo que puedas imaginar. También, los individuos absorben más conocimientos y son más receptivos a lo que les transmitas cuando están en proceso de aprendizaje y colaboración, así que en lugar de limitarnos a simplemente decirles qué hacer, obtendremos mucho mejor resultado colaborando con ellos y pidiendo opiniones para hacer frente a los problemas, o, incluso pedirles que resuelvan en grupo el problema limitándonos a mantenernos en un segundo plano. Claro que los estándares no existen y no hay una solución global en coaching, y con un mismo grupo habrá veces en que una postura más tajante funcione bien, y en otra situación, un gran margen de libertad para que ellos mismos arreglen sus problemas puede ser más eficaz.
Los jugadores no dejan de ser personas y todos respondemos de formas distintas a distintas situaciones y variantes, y el cómo nos adaptemos a estos cambios es la clave del coaching.
Y recuerda, no es necesario haber sido un All Black para ser un grandísimo coach.
Si el coaching en rugby te llama la atención, ¿por qué no profundizar en ello? Sin duda, es una disciplina muy gratificante y sana para el deporte.
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