¿Por que educa el rugby?… Porque fue el primer y casi
único deporte que descubrió una verdad muy importante que dice que al Rugby
(como sería cualquier otro deporte), no se puede jugar sin adversarios. Uno
puede concebir el rugby sin Unión, sin dirigentes, sin entrenadores, sin periodismo,
sin público y aún sin referee.
En cambio, no se puede concebir el juego de
rugby sin adversarios… y surge entonces como consecuencia natural de esa verdad
la tradicional reunión de los equipos luego del partido que en la Argentina se llama
felizmente Tercer Tiempo y es la manera de agradecerse unos a otros la
oportunidad que tuvieron de disfrutar del juego dentro de la cancha. El rugby
educa porque en un mundo materialista, muy difícil es desenvolverse sin tener
que caer en ventajitas personales, permanentemente le está marcando al jugador
que por más bueno y brillante que sea, no podrá hacer nada sin la ayuda de su
equipo y le enseña, además, que en el rugby que queremos y debemos defender,
vale más el hombre que el jugador.
El rugby no fomenta ni fomentó nunca jugadores que
pateen bien, que pasen bien o que formen bien un scrum, sino que fomentó
siempre hombres de bien que trabajen, estudien y que, como complemento de su
actividad principal, traten de patear bien, traten de pasar bien y traten de entrar
bien a un scrum volante. El rugby siempre se enorgulleció de tener grandes
hombres y siempre destacó, junto a la condición natural del jugador de hacer
las cosas bien dentro de una cancha, la actividad privada de ese jugador. Puso
de ejemplo a grandes jugadores que se han destacado en la cancha y que también
han producido cosas realmente importantes para su país, la sociedad, la
familia, etc.
El rugby nunca quiso ser la meta final del que lo
jugaba sino el medio mediante el cual el hombre, al mismo tiempo que mejoraba
su físico y su mente, mejoraba espiritualmente.
El rugby vive una de sus más grandes batallas, que es
la del propio juego con sus principios y tradiciones contra la presión del
medio ambiente exterior a través de gente que trata de sacar ventajas
comerciales de este juego; y de esta batalla, el rugby emerge como verdadero
deporte amateur, emerge triunfante gracias a gente que durante muchas
generaciones ha inyectado el principio de que el rugby es un medio y no un fin.
También decimos que el Rugby es un medio para
relacionar y, justamente, el hecho de que no se pueda jugar al Rugby sin
adversarios y que con ese adversario hay un pacto de caballeros de jugar lo más
duro posible dentro de la cancha, puesto que cuanto más duro el juego mejor juego
es, establece entre quienes deciden vivir esta vida apasionante del Rugby
amateur una relación que no se borra fácilmente.
El rugbier se jacta que son muchísimas más las
amistades y las relaciones, que los enconos que pueda provocar.
El jugador de rugby que encuentra en un adversario
ocasional a un hombre duro y honesto en la cancha, luego del partido valora en
ese oponente a un amigo para toda la vida y viceversa. El rugby fomenta las
relaciones, amistades y uniones más fuertes. Y si no, piensen en la cantidad de
gente que han conocido y que no han ido al colegio con ustedes, ni pertenecen
al mismo tipo de trabajo, ni la ven tan seguido como a otros y que, sin
embargo, encuentran con ellos una afinidad muy difícil de definir y que viene
dada porque el otro es un rugbier como ustedes, indudablemente, un medio para
relacionar, un medio para vincular gentes, pueblos y sociedades aparentemente
muy distintos pero cuando encuentran el punto común que se llama juego de rugby
todas esas diferencias se allanan con muchísima facilidad.
El juego de rugby es para relacionar y debemos tener
presenté eso para ver al oponente justamente como un adversario y no como un
enemigo. Ello no quiere decir que no fomentemos el rugby bien enseñado, que es
el tratamiento muy duro y leal del oponente o del adversario en la cancha, pero
también demos el ejemplo de que hemos podido disfrutar de ese partido y de esa
tarde de rugby o de esa gira gracias a esos adversarios y extendamos nuestra
relación más allá de la del juego mismo, a la vida de cada uno de nosotros.
Pero una de las cosas más grandes que tiene el rugby
es que tiene tradición que se respetan las jerarquías y los cargos, los
capitanes y los dirigentes de años y las personas con galones. El rugby, detrás
de todo eso, se toma con cierta -diríamos- diversión, con cierta ligereza, sin
ceño fruncido, sin solemnidad militar. En el rugby aun en los estratos más
altos, siempre hay lugar para la broma, para la diversión, porque
fundamentalmente, dentro y fuera de la cancha el rugby es para divertirse.
Entonces el rugby es un equilibrio perfecto y así un
hombre que entra de lleno en la vida del rugby amateur se educa, mejora como
individuo, se relaciona y conoce gente de distintas partes, da y recibe de
otro, y al mismo tiempo, haciendo estas dos cosas muy importantes se divierte.
Es un hombre que disfruta porque el rugby es juego y debe seguir siendo juego y
no trabajo.
De nada vale un coach o un jugador o un dirigente que
conozca mucho de técnicas, tácticas o de organización, si no está imbuido de
los principios básicos que han hecho de este noble juego amateur, una base para
una manera de vivir que debemos mantener para nuestros hijos.
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El Ingeniero Carlos “Veco” Villegas (1945-1989), jugó
en Liceo Militar y fue entrenador del plantel superior de esta institución y
del San Isidro Club. También fue entrenador de Los Pumas entre 1974 y 1977. El
artículo fue escrito en la década de los 80’s.
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