Dónde quedaron aquellos viejos
carteles que decían: “El Referee siempre tiene la razón, si usted no lo
entiende así, no ingrese a una cancha de rugby”. Podemos ver la gran ausencia
de ese mensaje en cualquiera de las canchas.
Aquel cartel mensajero y educador
era lo primero que leían los concurrentes; ya sean socios, jugadores, hinchas,
familiares o los primeros visitantes que llegaban a ver de qué se trataba el
deporte ovalado.
Hay que ser sinceros. Siempre se
les gritó a los referees brindando un ejemplo lastimoso. Los desaforados, a voz
de metralleta buscaron y buscan disimular las falencias de sus equipos
apuntando todas las culpas al hombre del silbato…y lo peor: generan que toda
esa mala expresión llegue al jugador en pleno partido, potenciándolo
negativamente.
Se olvidaron que el encargado de
aplicar las leyes del juego, tiene apenas unos segundos y una sola ubicación
para cobrar un fallo. Se olvidaron que muchos de ellos, al cual ellos increpan,
fueron ex jugadores que eligieron seguir brindándoles lo mejor al juego, desde
otro sector del campo. Por amor y por la pasión a un deporte, incomparable
desde lo humano y formativo; muchas veces, sobre todo en el rugby infantil, los
referees suelen ser los mismos Maestros de Rugby y, nunca falta que otro
maestro o padre empiecen a gritar en contra de los fallos o “alentando” a sus
jugadores a tacklear de tal o cual forma.
Algunos de esos mismos que “tiran
el fardo” pertenecen a clubes que poco colaboran con el referato de su Unión.
Ya sea surtiendo con futuros jueces, o asistiendo a reuniones con fines de
preguntar cuál o cuáles son los criterios reglamentarios que se aplicarán o que
ha pedido la WR (World Rugby- ex IRB).
Recordemos que el referee tiene
el deber de prepararse para brindar lo mejor para el juego. Es un espectador de
lujo. Tiene mejor visión de campo que cualquiera que está afuera. Y se equivoca
como un técnico en poner un jugador o aplicar un sistema de juego. Tiene
falencias como un jugador, errores de manejo o mala toma de dediciones. Es
lamentable oír improperios como: atorrante, delincuente, ladrón, burro o cara
dura. Sin dejar de mencionar a los que se acuerdan hasta de la madre o el resto
de la familia del juez.
Si el ser humano que llega al
rugby no puede respetar a las autoridades del juego en un deporte amateur, no
puede respetar a nadie. Sean jugadores, técnicos o simpatizantes de un club.
Los jueces son iguales a todos en el ámbito ovalado, tienen familia, amigos,
aman compartir el tercer tiempo y principalmente vienen de un club que los
formó y les dio la posibilidad de seguir ligados al deporte de sus amores. Y
les guste o no, a unos pocos, los referees también juegan su partido. Se
preparan, se entrenan, realizan una revisión y corrección de o los partidos,
autocritica, muchas veces en la soledad de un vestuario o en el viaje de
regreso y, otras en compañía de un evaluador, cuando tiene la suerte de que
alguien le haga una devolución de lo visto en el partido, cuidándose y
entrenándose tanto como un jugador.
Un cartel no para los gritos.
Pero si advierte a los que creen que el camino para mejorar es ese. Un mensaje
a tiempo, evita que nuevas generaciones imiten a los más desaforados. “Pero el
rugby es muy pasional, dicen algunos. Está bien que así sea. Pero pongamos la
pasión para alentar sin defenestrar ni insultar a nadie. Pasión para crear
mejores personas y luego jugadores de rugby. Apliquemos ese sentimiento como un
motor pujante a la hora de sumar al rugby desde cualquiera de sus áreas. ¿Pero
al Referee no se le puede hablar, ni reclamar nada? ¡Si! ¿Donde? en el tercer
tiempo, cuando al partido ya finalizó. NUNCA en medio de un encuentro, NUNCA
bien terminó un partido. No es el momento, ni el lugar. En la cancha el único
que debería interceder por su equipo es el capitán.
No olvidemos que los jueces deben
estar a la altura del juego y sus exigencias. Ni hablar de saber todas las
reglas por respeto a sí mismo, al juego y principalmente al jugador. Cada juez
debe estar física y mentalmente para afrontar cada partido, para no desentonar,
ni llegar tarde a las formaciones y perfeccionarse permanentemente siendo el
mayor objetivo el de cuidar al jugador desde su función y dar lo mejor de si al
espectáculo.
Por un rugby imparcial y
respetuoso, debemos priorizar estos puntos. Si no es así, los valores y el
espíritu que dice pregonar el rugby están perdidos.
EL
REFEREE SIEMPRE TIENE LA RAZÓN. Los que no lo entienden así, deberían empezar a
entenderlo si quieren quedarse y disfrutar del rugby. Hay que empezar a sumar
en cada una de esas áreas. De eso se trata, de empujar juntos para un mismo
lado, con el RESPETO como premisa.
Autor: Luciano Sapag
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1 comentario:
Que excelente clase de como se debe actuarcon nuestros árbitros, enseñanza que nunca debiera olvidarse, puesto que es la esencia del rugby.
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