Existe
una creciente preocupación en sistemas de formación de jugadores de rugby de
países donde la necesidad de saltear etapas y lograr rápidos resultados para
llegar a instancias superiores se impone como prioridad.
Se
esgrimen argumentos que sostienen los diversos juicios expresados sobre la
práctica infantil de alto nivel, advirtiéndose en ellos como criterio para su
refutación o su defensa, que se utiliza o escuda bajo aquel lema de “esto o
aquello es apto para el niño”.
Desde ese lugar proponen un análisis basado en disminuir los problemas causados al niño y trabajar a largo plazo en procura de la erradicación de otros problemas y las consecuencias. Entonces, se desea compartir la siguiente idea:
El deporte infantil de alto nivel plantea un problema desde el punto de vista educativo.
Como muchas otras cosas que le crean problemas a la infancia, por ejemplo la televisión, computadora, etc. y apoyados sobre las referencias de abajo, la práctica deportiva infantil de alto nivel no nace por razones educativas.
La discusión sobre ella refleja, y no sorprende, la dificultad de analizar el problema desde un punto de vista educativo.
De hecho, este análisis puede realizarse sólo “a posteriori”, y los argumentos en favor y en contra, sólo pueden proponerse cuando los niños tienen realmente los problemas o se piensa que los tengan.
El interés principal del deporte de alto nivel (como sistema social) no es solamente de naturaleza educativa o, por lo menos, no es ésta el elemento fundamental. Su interés reside, ante todo, en su conservación como sistema y en el continuo mejoramiento de los resultados deportivos, siempre ligado a razones culturales, políticas e ideológicas.
A veces, los argumentos educativos, sin embargo, son útiles si sirven para preservar y mejorar el sistema. Empero, otras veces, no son agradables porque tienen una acción de perturbación sobre el sistema, o mejor dicho, no son funcionales en su conservación y su desarrollo.
Para alcanzar este objetivo de conservación del sistema y mejoramiento constante de los resultados, por lo menos en los tipos de deportes que hemos citado, se apartó en el período de la infancia la práctica de alto nivel, con su entrenamiento particular, con sus exigencias de competición.
Esta es una exigencia de los adultos. Los niños jamás pensarían en someterse a una forma tan organizada de deporte que busca un resultado a largo plazo, y a la organización del programa cotidiano, semanal y anual necesario para obtener un resultado de alto nivel. Esto no quiere decir que los niños no se alegren con los resultados que obtienen.
No obstante, el proceso que lleva a estos resultados y a mantenerlos requiere una planificación precoz de la vida infantil y una notable auto-organización que los niños no pueden brindarse por sí solos. De manera que es necesaria e imprescindible la asistencia de padres, profesores, entrenadores, médicos, clubes y escuelas.
Esto contiene aspectos importantes, desde el punto de vista educativo. Si al problema se lo contempla desde una creación pedagógica, se comprende por qué es tan controvertida la discusión que nace del desarrollo y de la difusión de una práctica de alto nivel infantil. Se comprende menos porque las opiniones positivas y negativas sobre esta práctica se basan exactamente en el mismo argumento, o sea, en el de lo “apto para el niño”.
Desde ese lugar proponen un análisis basado en disminuir los problemas causados al niño y trabajar a largo plazo en procura de la erradicación de otros problemas y las consecuencias. Entonces, se desea compartir la siguiente idea:
El deporte infantil de alto nivel plantea un problema desde el punto de vista educativo.
Como muchas otras cosas que le crean problemas a la infancia, por ejemplo la televisión, computadora, etc. y apoyados sobre las referencias de abajo, la práctica deportiva infantil de alto nivel no nace por razones educativas.
La discusión sobre ella refleja, y no sorprende, la dificultad de analizar el problema desde un punto de vista educativo.
De hecho, este análisis puede realizarse sólo “a posteriori”, y los argumentos en favor y en contra, sólo pueden proponerse cuando los niños tienen realmente los problemas o se piensa que los tengan.
El interés principal del deporte de alto nivel (como sistema social) no es solamente de naturaleza educativa o, por lo menos, no es ésta el elemento fundamental. Su interés reside, ante todo, en su conservación como sistema y en el continuo mejoramiento de los resultados deportivos, siempre ligado a razones culturales, políticas e ideológicas.
A veces, los argumentos educativos, sin embargo, son útiles si sirven para preservar y mejorar el sistema. Empero, otras veces, no son agradables porque tienen una acción de perturbación sobre el sistema, o mejor dicho, no son funcionales en su conservación y su desarrollo.
Para alcanzar este objetivo de conservación del sistema y mejoramiento constante de los resultados, por lo menos en los tipos de deportes que hemos citado, se apartó en el período de la infancia la práctica de alto nivel, con su entrenamiento particular, con sus exigencias de competición.
Esta es una exigencia de los adultos. Los niños jamás pensarían en someterse a una forma tan organizada de deporte que busca un resultado a largo plazo, y a la organización del programa cotidiano, semanal y anual necesario para obtener un resultado de alto nivel. Esto no quiere decir que los niños no se alegren con los resultados que obtienen.
No obstante, el proceso que lleva a estos resultados y a mantenerlos requiere una planificación precoz de la vida infantil y una notable auto-organización que los niños no pueden brindarse por sí solos. De manera que es necesaria e imprescindible la asistencia de padres, profesores, entrenadores, médicos, clubes y escuelas.
Esto contiene aspectos importantes, desde el punto de vista educativo. Si al problema se lo contempla desde una creación pedagógica, se comprende por qué es tan controvertida la discusión que nace del desarrollo y de la difusión de una práctica de alto nivel infantil. Se comprende menos porque las opiniones positivas y negativas sobre esta práctica se basan exactamente en el mismo argumento, o sea, en el de lo “apto para el niño”.
Juan
Casajús
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